La molina de La Asomada, que cuenta junto a otros 23 molinos de la Isla con la declaración de Bien de Interés Cultural, volvió este sábado a ver girar sus aspas para moler gofio ante los propietarios y sus familiares, tras la restauración llevada a cabo por el Cabildo en este inmueble centenario.
La Consejería de Infraestructuras y Ordenación del Territorio ha dirigido un proyecto que ha permitido devolver su funcionalidad a una molina que pertenece a Juan de Dios Cabrera González y Emerenciana Oramas Felipe desde principios de la década de los años 70, momento en que adquirieron el inmueble con la compra de unos terrenos. Anteriormente, la molina de La Asomada había pertenecido a Antonio González, y antes de eso, en 1918, la maquinara de la Molina se instalaba en La Asomada desde su anterior ubicación, en Casillas del Ángel.
Según comentaron Juan de Dios Cabrera y Emerenciana Oramas, la intención de la familia es que alguno de sus once hijos pueda mantener la molina en funcionamiento «para hacer gofio a la manera tradicional, ya que cuando compramos la molina no funcionaba ni tampoco se arregló porque en ese momento ya habían llegado máquinas más modernas», recordó doña Emerenciana. Juan de Dios Cabrera dijo que estará feliz con que sus hijos y nietos puedan seguir viendo la molina funcionando.
La puesta en funcionamiento de La Molina de la Asomada contó este sábado con un nutrido grupo de asistentes entre familiares y vecinos, mientras que por parte de la institución que ha impulsado su rehabilitación estuvieron el presidente del Cabildo, Mario Cabrera, y el consejero de Infraestructuras y Ordenación del Territorio del Cabildo, Manuel Miranda, acompañados del alcalde de Puerto del Rosario, Marcial Morales.
Tanto el alcalde como el presidente insular coincidieron en valorar positivamente la recuperación de este interesantísimo elemento patrimonial que «nos recuerda cuáles son nuestras señas de identidad cultural y la importancia de nuestra historia», dijo Morales, mientras que Cabrera animó a la familia de los propietarios a poner en valor una molina «que a partir de ahora va a despertar la curiosidad de los turistas y por eso es importante mantener el patrimonio abierto a la vista del público para que puedan aprender de nuestros orígenes».
Esta molina, denominación que se da a los molinos ‘hembra’, se encontraba en desuso desde mediados del siglo pasado como consecuencia del abandono de los métodos tradicionales de molienda de grano ante la llegada de la producción industrial. Su recuperación ha necesitado de un minucioso trabajo de restauración de sus elementos de hierro y madera, así como la restitución de aquellos más deteriorados, tarea que se llevó a cabo durante varios meses por encargo del Cabildo en el taller que regenta en La Matilla el carpintero majorero Domingo Molina.
En cuanto a la rehabilitación del edificio de la molina, los trabajos fueron realizados directamente desde la Consejería de Infraestructuras y Ordenación del Territorio del Cabildo. El personal de la Corporación se ha ocupado también del ensamblaje de la maquinaria (torre, aspas y maquinaria de molturación), de la instalación del capacete para cerrar definitivamente la cubierta del edificio y de la rehabilitación del entorno.
El consejero del Cabildo Manuel Miranda destacó que esta acción de restauración ha dado un muy buen resultado puesto que ha sido posible recuperar la mayoría de las piezas de la maquinaria de la molina, mientras que las piezas renovadas mantienen su tipología tradicional.
Las piezas de madera originales que se han recuperado en este proyecto son la estructura de la torre (también llamada destiladera, por su forma), la tolva, la canaleja, el pivote o puyón, las dos ruedas dentaras y la base o cruceta. Las piezas de metal también se han restaurado, como son el pivote o puyón, el husillo, la lavija del freno, el cangrejo y la aguja o eje. Los que han necesitado ser reproducidos son principalmente las aspas, el harinal, varias maderas y tornillos de la torre y el rabo o timón, entre otros.
Los datos aportados por a la dirección del proyecto en el Cabildo por los últimos propietarios de la molina de La Asomada han permitido conocer que antes de esta ubicación, la torre y la maquinaria se encontraban en la localidad de Casillas del Ángel. El registro de la compraventa data de 1909, mientras que el último uso conocido de la molina, ya en La Asomada, se remonta a 1950.
Los molinos ‘hembra’ una innovación.
Las molinas o ‘molinos hembra’, aunque menos comunes que los molinos, son un elemento arquitectónico cuyo uso se extendió durante décadas en el entorno rural de Fuerteventura, debido a que su utilización o alquiler suponía un proceso fundamental en el economía de la Isla, eminentemente cerealista.
La invención de la molina o molino ‘hembra’ se atribuye a Isidoro Ortega, natural de Santa Cruz de La Palma, en el siglo XIX. Su principal innovación es que reúne en una única planta las actividades de molienda y manipulación del grano, lo que supone una ventaja con respecto al molino (que ya existía en Canarias a finales del s. XVIII), en el que el molinero ve dificultada su tarea al tener que desplazarse constantemente entre las dos o tres plantas del edificio.
Otra cualidad sorprendente de la molina es su ‘portabilidad’. Al ser su principal característica la marcada diferencia entre la maquinaria y el edificio, la molina permitía a sus propietarios, en caso de necesidad, transportar en un momento dado la torre y la maquinaria de molienda a una nueva edificación, lo que resultaba relativamente sencillo ya que ésta consta únicamente de una sola habitación cuadrangular.
Asimismo, la configuración de la molina facilitaba su desmontaje cada cierto tiempo, operación que era necesario realizar para ‘picar’ las piedras de moler una vez que alcanzaban cierto nivel de desgaste, como consecuencia de la fricción.
Proceso de molturación
El proceso comienza colocando las velas, que están en las aspas, de cara al viento. La torre de la molina, que es capaz de girar sobre si misma, se orienta manualmente desde afuera utilizando el rabo o timón, que se fija al suelo. El giro horizontal de las aspas se transforma en vertical al pasar la rotación de la rueda dentada al husillo. Este giro se fija en la piedra molinera superior a través de una pieza llamada cangrejo.
La molienda del grano se produce gracias a la fricción entre la piedra molinera superior e inferior, que es fija. El grano tostado cae inicialmente desde la tolva a la canaleja y, a medida que se va triturando, se desplaza hacia fuera hasta las paredes de la balsa o harinal, desde donde, finalmente, cae pasando por el cajón hasta el saco o costal.
Los molinos y molinas se controlan utilizando la palanca de freno, que cuenta con una pletina metálica que presiona la rueda dentada para disminuir su fuerza. Asimismo, el molinero debe controlar al mismo tiempo la separación entre las dos piedras para regular el grado de molturación del grano. Esto se hace mediante otra palanca situada en la parte inferior de la balsa.